Son algunos de los tantos artistas que dejaron la isla para escapar de la falta de horizontes. Ana Páez y los hermanos Germán y Ari Pinelli forman el trío de fusión que en una gira por México cruzó la frontera a los Estados Unidos y pidió asilo político
Ahora presentaron en Miami un nuevo disco que se suma a una carrera partida por la historia y la tragedia personal.
En el rincón de la Pequeña Habana donde Pepe Horta fundó el famoso Café Nostalgia -que servía su nombre en rones, cine y música cubanos-, Fabio Díaz ha creado Hoy Como Ayer, un espacio tan pequeño y concurrido que la intimidad se extiende al vecino de mesa. Y ese vecino puede ser Jack Nicholson, Madonna, Bono, Lenny Kravitz o Jennifer López, entre las celebridades que han pasado por el lugar.
Allí han sonado desde Tania Libertad hasta Albita, desde Isaac Delgado hasta el ciclo Esencia con figuras como Palito Ortega. En este reducto de la enorme cubanía emigrada a la que le importa más el ritmo que el embargo, Los 3 de La Habana presentaron Luchando, su segundo disco en los Estados Unidos.
Como muchas composiciones de emigrados, presenta en primer plano la nostalgia de la tierra perdida: "Cuando salí de Cuba lo tenía to'pensao / Hay muchos que dijeron 'Estos tres están mareaos'. / Pero mi Cuba bella a ti no te he olvidado / Tampoco a mi familia, mis amigos y El Vedado."
Porque, según Germán Pinelli, guitarra y dirección musical de Los 3, si hubieran seguido en La Habana iban a terminar presos.
"Cuando llegué a los Estados Unidos les tenía miedo los policías", dice su mujer, voz de los tres, Ana Páez. "La vida allá ha pasado a un nivel donde las cosas malas te convierten en héroe", señala Ari Pinelli, el tercero de los tres, voz, hermano y cuñado en este grupo familiar. "Si le robas al gobierno, por ejemplo, o si te prostituyes."
Su hermano agrega: "Soñamos con vivir en una Cuba diferente y en nuestras canciones lo proclamamos. Luchando es un disco cargado de sentimientos de nostalgia y que puede quizás hacer pensar a los cubanos que Cuba necesita un cambio radical".
No por su experiencia, sin embargo, Los 3 simplifican los acontecimientos. Su posición, por ejemplo, ante el concierto de Juanes en La Habana, que escandalizó al exilio histórico, es independiente: "Si va a ir a Cuba para que la gente disfrute, ¿por qué no?", dijo en su momento Germán Pinelli, contra las voces que usan su acceso a los medios de Miami para condenar a cualquiera que visite la isla mientras dure el mando de Fidel y Raúl Castro. "Los cubanos necesitan sentirse bien."
Una carrera partida en dos
Tres, como ellos, son los álbumes que grabaron en Cuba, con canciones exitosas como No te pases de la raya y Estoy enamorado. El grupo se formó en 1993 luego de que el líder (hijo del actor Tony Pinelli y nieto del animador de la televisión cubana Germán Pinelli) conociera a la cantante en el famoso cabaret Tropicana, donde ambos trabajaban. Se enamoraron.
Con Ari Pinelli se integraron a la tradición de tríos armónicos. Algo que no estaba en alza en ese momento. "Era el boom de la salsa", explicó el cantante de Los 3. "Como no había trabajo, viajábamos mucho fuera".
Esos viajes les abrieron el mundo. Si viajar nunca fue tan fácil, para los cubanos es de las experiencias más transformadoras. No pueden salir libremente del país: necesitan un permiso o Tarjeta Blanca. No pueden entrar, tampoco, sin el equivalente a una visa para nacionales.
Entre un vuelo y otro Los 3 comenzaron a sentir que las restricciones de su tierra les hacían muy difícil la vida. "En Cuba éramos muy populares, pero la ausencia de futuro era total. Entonces asumimos el riesgo", sintetizó Ari.
La pérdida de la hija, la pérdida de Cuba
Esos viajes, también, quedaron asociados a la tragedia. Fue durante uno, en julio de 2007, que la pequeña hija de Germán y Ana, quien no los había podido acompañar en la gira, murió a causa de una infección viral desconocida.
Quiso el azar que Los 3 cruzaran la frontera de México a los Estados Unidos el día en que la niña, Ana Hilda, hubiera cumplido tres años, el 17 de diciembre de 2007.
"Creo que lo peor que le puede pasar a una persona es perder un hijo", dijo Páez. "Ayuda que te refugies en los tuyos; a nosotros nos costó mucho tiempo poder conversar y asumir la pérdida de la niña. Pero hay que sacar experiencia y seguir para delante.". Es difícil dejar de mirarle la mano con la que intenta estirar la camisa tensa sobre la barriga -luego de mucho intentarlo, tendrán otra hija en mayo- mientras lo cuenta.
A veces los Pinelli se preguntan qué habría pasado si Ana Hilda los hubiera podido acompañar en los viajes. Si su destino habría sido otro. Si el de ellos habría sido otro. Sólo saben que la muerte de la niña precipitó su decisión de salir de Cuba.
"Yo fui la instigadora", dijo Páez. "Mi marido no estaba muy convencido de cambiar el mundo que conocíamos para enfrentar la incertidumbre. Ya teníamos una carrera en Cuba. Pero yo sentía que podíamos. 'Caballeros, por favor', les dije. 'Vamos a empezar de nuevo'."
Germán cree que varias cosas determinaron su emigración. "En La Habana es difícil hacer música, y como somos un grupo familiar sabíamos que en un momento de la vida debíamos tomar la determinación de probar suerte en otros mercados. Cuando fuimos a México no pensábamos cruzar la frontera, sino apenas en no regresar y asentarnos en otro sitio para hacer carrera."
Sin ropa pero en limusina
En uno de los viajes que hacían regularmente, en Cancún, subieron discretamente a un vuelo para Tijuana; también sin hacer aspaviento cruzaron la frontera a pie. Cuando pidieron asilo político, los retuvieron e interrogaron durante 19 horas.
Al fin los dejaron en libertad. "Estábamos desaliñados y apestosos", recordó Anita. Caminaron hacia San Ysidro y desde un McDonald's llamaron -no tenían celular, entre las muchas cosas que les faltaban: no llevaban siquiera ropa para cambiarse- a Ralph y Camerina Campillo, a quienes habían conocido en un bar de La Habana. Habían visto un video de Los 3 en el hotel donde se alojaban, y preguntaron quiénes eran. "Esos que están sentados allí." Se sentaron a su mesa.
El matrimonio de productores de California terminaría por contratar el primer disco del grupo en los Estados Unidos, Llegó el momento. Apenas llegados les dio un involuntario curso veloz de American Way of Life: les envió una limusina para recogerlos, porque un taxi era más caro.
Un mes más tarde estaban en Miami presentándose en The Place y trabajando en canciones nuevas. Entre ellas La cenicienta, una canción sobre La Habana que dice "Déjame entrar en mi casa". Germán Pinelli explicó: "La letra es clara y directa, para mí. Aquella ciudad es mi casa y no tengo por qué esperar a que me dejen entrar".
Por eso no han regresado. "Estábamos conscientes que el gobierno de Cuba nos castigaría por lo que hicimos", dijo. "Lo que más duele es no poder ver a nuestros seres queridos... Eso pesa un poquito. Porque aunque en los Estados Unidos haya oportunidades, uno ve que cualquier otro inmigrante tiene el derecho de regresar a su país. No obstante creo que el sacrificio ha valido la pena".
Reggaetón a la cubana
Los 3 de La Habana hacen cubatón, una mezcla sui generis de reggaetón con células rítmicas de los 27 estilos que ha dado la isla, como la rumba, el son, la guaracha o la timba. "Luchando, es una fusión", dice Germán Pinelli. "No existe género musical malo para nosotros: se puede hacer un reggaetón o una canción o un bolero o una cumbia bien hecha." De esto está hecha la primera producción independiente del grupo bajo la dirección de su líder.
Detrás de Idania Álvarez y Yo Soy el Son, que abrieron la noche en el bar de la Pequeña Habana, se presentó el video de Luchando, que dirigió Ian Padrón: otra reiteración de la fórmula de No te pases de la raya. La canción, corte principal del disco nuevo, retoma los versos del hit que crearon cuando todavía vivían en el barrio habanero del Vedado, No te pases de la raya: "Sigo luchando y no tiro la toalla / ya sé que la vida es dura, no me paso de la raya".
El arte del clip condensa varios elementos simbólicos. Una pelota de béisbol a la que se ha dibujado una bandera cubana une a varios personajes: un bateador con el emblemático apellido Martí (llegado hace poco a los Estados Unidos, donde juega para los Athetics, de Oakland: Yadel Martí) y el número 90, la cifra de las millas que separan la Florida de la isla; un médico, un trabajador de la construcción, una adolescente que se encoje de hombros porque la política no es para su generación la pelea amigo-enemigo entre el castrismo y el exilio histórico.
"Serán tres pero yo cuento siete", dice Gilberto Gutiérrez, fotógrafo y co-editor del blog El balsero suicida ]. La banda se completa con Tirso Luis Páez (hijo mayor de Páez), Magela Crespo, Maykel Vicens, Issac Delgado Jr., Vidal Enrique y Johanny Dumenigo. "Los 3 de la Habana es más que una agrupación musical: es una familia", escribieron en el booklet de Luchando. "No olvidaremos jamás de dónde venimos, nuestra tierra y nuestras raíces, nuestra cultura e idiosincrasia."
Quizá por eso viven la paradoja de que hoy se los oye más en Cuba que antes. Dice Ari Pinelli: "La gente busca la manera de tener un DVD de un programa de televisión, de informarse, de tener una foto de nosotros, de conseguir los discos que enviamos para allá o conectar en Facebook".
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